¿Os ha pasado alguna vez que siguiendo el consejo de un amigo o familiar os habéis equivocado? Si su consejo fue por intentar ayudaros aún sin ser grandes entendedores del tema (ni mucho menos profesionales), pues no hay otra que olvidarlo y seguir las relaciones, pero ya sin fiarnos tanto en sus consejos «profesionales».. ¿Pero que pasa cuando los que nos llevan a esa equivocación son profesionales que supuestamente saben mucho de lo suyo?
En está vida no existe una sola visión de ningún tema, menos si hablamos de terrenos sensibles: salud, seguridad vial, educación, derecho laboral, fiscalidad, etc.; por ello casi siempre procuro buscar segundas (y hasta terceras) opiniones para ir contrastando y llegar a una conclusión propia de lo que es real y lo que no es.
¿Por qué buscar segundas opiniones?
El problema de las segundas opiniones es que a veces cuesta encontrar tiempo para seguir indagando, además a veces nuestras defensas ante «confianza excesiva» están muy bajas y nos fiamos del primer profesional que se nos presenta, sin comprobar su grado de competencia ni implicación. Pues a lo largo de los años he aprendido que merece la pena buscar esas segundas opiniones, ya que me han fallado casi en todos esos terrenos sensibles que he mencionado: tuve muchos médicos de cabecera que no se molestaban ni a enterarse de lo que me pasa a mi o a los míos (Paracetamol y te pondrás bueno, que eres joven), me he topado con mecánicos que no verificaban nada antes de entregarme el coche y estaba a punto de matarme por esas fallas (clama el cielo el caso cuando sabiendo que estaban mal los frenos, fui a arreglarlos y el mismo día de recogida estaba a punto de empotrarme contra una furgoneta por su falla – ¡resultó que me han cobrado sin haberlos mirado siquiera!), el asesoramiento en asuntos de extranjería que he recibido en la mayoría de las veces fue nefasto y alargado (y muy caro a la vez), la misma historia con asesores fiscales por lo que perdí tiempo y dinero, pero todo esto también me dejó una lección: nunca se puede fiar de uno porque se llame profesional, ¡esa confianza se tiene que ganar demostrando la profesionalidad de uno!
Todos ganan pidiendo segundas opiniones
Aunque no me gusta hablar mucho de mi mismo, creo que en este caso hablar de mi actividad es un buen ejemplo: visitando cliente jamás vengo diciendo que sea un gran profesional informático – a pesar de mi experiencia de 10 años, el alto aprovechamiento de la formación (nota media de 9 sobre 10) y todos los feedback positivos que he ido obteniendo de mis clientes – quiero que cada nuevo cliente haga su propia conclusión, después de que yo me haya implicado al máximo y haya demostrado toda mi profesionalidad y seriedad. Es más, muchos de mis clientes han acudido a mi cuando ya no tenían esperanza de resolver su problema, para ellos yo mismo fui esa segunda opinión profesional de la que estoy hablando. En muchos casos fueron reparaciones realmente complicadas y mal remuneradas, pero al resolverlas sé que me gano a ese cliente para muchos años; cuando dejé las reparaciones informáticas por un tiempo por ocuparme en otro trabajo, con tal de obtener mis servicios los clientes me esperaban el tiempo que hacia falta (incluso meses) y me recomendaban a todo el mundo. Tampoco puedo decir que todo sea un camino de rosas, algún que otro cliente me hizo reorganizar mi forma de hacer las cosas, pero en un mundo profesional tan cambiante no hay nada establecido para siempre, hay que reinventarse constantemente. Y a diferencia de lo que muchos pueden pensar, no veo ningún problema en que se busque una segunda opinión a mi asesoramiento: si otro profesional consultado es competente y ético no tratara de echarme mugre y dirá mas o menos lo mismo que yo, siempre con respeto hacia otro profesional (yo lo hago), lo que refuerza mi imagen de especialista.. si acuden a un profesional poco formado e inculto, tarde o temprano los propios clientes se darán cuenta y se afianzaran aún más conmigo, ¡por lo que puedo decir que las segundas opiniones son beneficiosas para todos!
Cuidado con las segundas opiniones en Internet
Después de toda esa experiencia local que he ido recopilando, para mi es algo totalmente inexplicable como muchos se dejan influenciar por las opiniones y recomendaciones difundidas en Internet:
¡hoy en día la gente le hace caso a cualquier extraño que comente en un foro, blog o perfil social sin preguntarse por las capacidades ni propósitos de estos individuos!
Cuando son asuntos poco sensibles y con escasa información (lenguajes de programación, por ejemplo) no tengo problemas en aceptarlo.. pero muchos se fían de información expuesta sobre la salud, ¡incluso conozco a gente que trata las enfermedades de sus hijos con métodos descritos por anónimos! En fin, en mi blog no trato de influir en nadie, por eso mis consejos son bastante neutrales: todos deberíamos de buscar segundas opiniones, sobre todo en algunas cuestiones importantes, pero también hemos de aplicar mucho sentido común, ¡eso nunca nos vendrá mal!
Hasta aquí mi experiencia con las segundas opiniones, ¿tenéis alguna experiencia interesante por contar? ¡Espero vuestros comentarios!